tercerunquinto y la arqueología de la ira

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Esta debe ser una de las preguntas cruciales para pensar los problemas del arte contemporáneo: qué tan en serio debemos tomarlo. En la mayoría de los casos es una pregunta retórica, en el caso de lo que 3er 1/5 acaba de presentar en Proyectos Monclova es una pregunta de fondo.

Cuando hay una marcha de protesta en la Ciudad de México inevitablemente hay pintas, grafitis, sobre el Ángel de la Independencia, sobre los edificios que se encuentran al paso de la multitud. Hay un procedimiento para limpiar esas pintas, desde que son inmuebles históricos es responsabilidad del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Es propiamente un acto de restauración artística. Hay unos paños que se usan invariablemente, unos químicos determinados para remover las pinturas de las frases, un registro del procedimiento, una ficha técnica de dicho registro. 3er 1/5 negoció con el INAH para invertir el proceso de registro y quedara por archivo la pinta como parte de un suceso histórico propio de la restauración, una inversión para producir una memoria en lugar de un borramiento. Los paños se pusieron en bastidores como si fueran involuntario expresionismo abstracto y cada serie de paños lleva por título la frase que antes formaran: “Muera Peña”, “Vivos los queremos…” A este procedimiento lo llamaron “Arqueología de la Rabia”.

Al centro de la exposición se mostraba un vídeo con la serie de frases abstraídas acompañado con un solo de trompeta siguiendo la línea vocal de las canciones de los niños muertos de Gustav Mahler.

Una obra adyacente pasó desapercibida porque era imposible darse cuenta. Todo el piso de la galería era un piso sobrepuesto, dando a entender que estábamos parados en un doble fondo. Nadie notó la metáfora porque ese era precisamente el punto. Esa pieza, dadas las dimensiones de la galería, es obviamente costosísima y aún más difícil de vender. ¿En qué estaba pensando la galería cuando accedieron a semejante intervención? Naturalmente, estaban pensando en que nadie más lo haría. Con este proyecto 3er 1/5 llega definitivamente a donde antes había apenas acercadose, es decir al campo de una problemática social, y también llega a un punto más crítico donde antes ya había sido poco menos que tímido en lo que a problemáticas del espacio dedicado a las artes se refiere.

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El tema del glamour y de los altos precios en el arte contemporáneo es uno que debe considerarse siempre, ¿de qué manera? Es difícil decirlo, pero es inevitable porque es más que visible, es casi un compás de comportamiento en cuanto a soluciones formales se refiere para los estudiantes de arte, y sobre todo es la cara a la que se dirigen las agresiones por parte de un discurso crítico conservador, discurso contra el cual el arte contemporáneo se defiende hasta ahora pobremente. El tema viene a colación porque durante el vernissage el contexto le daba claramente un aire frívolo al trabajo. ¿Es igual que, digamos, tratar de darse una idea de un libro por su presentación en público con el autor, con las preguntas y respuestas banales de siempre? Podría ser, si el proceso de escritura de un libro no estuviese tan disociado de su mercado, el caso es que para efectos de arte contemporáneo éste se piensa un montón a sí mismo, se problematiza el propio arte en cuanto a su propia historia y mercado, cosa que no sucede en ninguna de las otras artes, y en este juego peligroso el riesgo es siempre hacer una norma de la excepción, en donde cuando se tiene éxito se fracasa. En fin, el tema de los 43 y de tantos otros dolores en México pudo pasar por un momento como un tema entre otros, una excusa para que 3er 1/5 hiciera sus chiflazones, el problema de que se tratara de una estetización de un problema social para insertarlo en un inevitable glamour a cambio de un capital temático fuera de duda.

Una cosa es segura: la banalidad actual del mercado del arte actual no podría ser mayor a la del mercado que sostenía las artes cuando estaba en manos de la monarquía y la corte real que compraba los Caprichos y los Desastres de la guerra de Goya. Por esta sencilla razón y por la escasa explicitud del procedimiento de 3er 1/5 no los podemos señalar como inmorales hasta que el exceso de elegancia se tipifique como tal. Pero entonces ¿en calidad de qué se trata un tema social tan delicado en un contexto tan burdo? Como los integrantes del proyecto me son cercanos les he preguntado –descuidese el caro lector de mi posible parcialidad, me he tomado muy a pecho y no sin costos la máxima de Diderot cuando decía que a los amigos y a las obras de arte había que tomarles de la misma manera, es decir, como lo que son- y me han respondido que, como en tantas obras de arte desde que el objeto dejó de ser la finalidad del arte, es decir hace ya más de medio siglo, lo que vemos en la galería es un indicador, un signo de un procedimiento que intenta recoger la negociación entre el tema, lo sucedido en las calles, lo pertinente al INAH y lo posible en la galería. Esto no sucede, repito, con ninguna de las otras artes, es una estrategia, de la que resta subrayar su gramatización, porque lo que se puso en juego es un concepto de arqueología en un país donde la furia no es recogida por institución gubernamental alguna.

Erick Vázquez

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