Porque la evolución cometió la tontería de la columna vertebral erecta los humanos nos tenemos que recargar después de un rato de estar parados, ineficiencia anatómica que hasta donde sé no sucede en ninguna otra especie, y a la que se le suman las posteriores tonterías cometidas por la historia de la cultura. El sencillo gesto de cómo ponemos la mano en un barandal o acomodamos la cadera en alguna esquinita dice un montón de cosas acerca del rumbo que la civilización occidental ha tomado respecto al cuerpo, circunstancia que a Beth le da risa y ternura.
“Aquí nomás”, la exposición en Nixxxon de Beth Calzado Michel, es un conjunto de superficies para descansar el cuerpo, repisas repensadas, un barandal que en una vida pasada fue una barra de ballet, un fragmento de reclinatorio para las desdichas de la fe, trabajo que la artista ha venido pensando y reformulando desde hace algunos años, con la consecuencia de que ahora la forma es más elaborada pero más sencilla de entender. De hecho, el concepto escultórico y de carpintería fina de los objetos de Beth no es ideal para la limpieza y neutralidad de un cubo blanco, que usualmente facilita la comprensión del arte contemporáneo; creo que en el caso de Beth, el espacio en blanco puede hasta dificultar lo intuitivo de sus objetos escultóricos, que además de tener la ventaja de ser directos en su mensaje y la aún mayor ventaja de que no nos tenemos que aguantar las ganas de agarrarlos, tienen la virtud de una astucia conceptual que se entiende práctica y perfectamente en cualquier lugar cotidiano imaginable, público y privado, la iglesia y el metro, el banco y la sala de una casa. Flexibilidad para nada común, y Beth la logra con la mano en la cintura.


Esta discreta pero efectiva estrategia conceptual sólo puede provenir de una experiencia en carne propia y del deseo de transmitirla. Beth tuvo una chamba en la que tenía que estar parada durante largos periodos de tiempo y ahí fue donde observó lo curioso de las relaciones anatómicas entre cuerpo y labor, lo cual sólo puede significar una consciencia de clase. Las posibilidades reclinables de un cuerpo, sujeto de la fuerza de gravedad, que de pronto requiere de un apoyo para las actividades diariamente repetidas, son la forma visible y táctil de las esculturas de Beth, y la comodidad cuesta dinero. Pero la reacción de Beth tampoco es un reclamo moral ante la desigualdad, es más bien una observación sobre el absurdo, sobre lo normal que nos resulta ese mismo absurdo, inflexión divertida que se transmite desde la libertad de contacto con la madera y de columpiarse en la barra, la reclinación de la cabeza sobre la mano y el codo en la repisa.
Erick Vázquez