Se trata de la primera obra cinematográfica que los regios tenemos para pensar nuestra realidad, y no es ninguna sorpresa que algunos se hayan pronunciado para recusar la identificación, es un retrato fiel con hermosuras particulares que se confunden tan fácilmente con fealdad. Es el problema de la honestidad, una ciudadanía que yo ni siquiera sabía que tenía reprimida, una sensación de justicia que ni siquiera sabía necesaria; tal es el trabajo de los artistas, mostrarnos lo que no sabíamos que ya sabíamos.
En la primera toma abierta puede escucharse la frase en voz de un sonidero “Monterrey, Nuevo León, Colombia”, pero, como Laura Galván me señaló, los símbolos reconocibles de la ciudad no aparecen en la película, al contrario de Cindy la regia que comienza con una toma abierta del Puente Atirantado, en Ya no estoy aquí están ausentes el Cerro de la Silla, el Faro del comercio, la Fundidora, la Macroplaza, la fotografía panorámica que abarca sierra, río y Huasteca. La identidad regiomontana como un invento de la cultura industrial es perfectamente legítima, pero de una legitimidad que calla más de lo que dice. Un discurso un algo fascista pues, en tanto que coerce a decir las consabidas frases sobre la virtud del esfuerzo y por otro lado ha eficazmente silenciado cualquier otro, hostil a una cultura de ocio y placer como lo ha sido la cholombiana. Amanda Watkins, la referencia obligada en el tema, hace una observación sorprendente, que tal vez sólo podría haber hecho una mirada extranjera: It was interesting to me how proud they were to be mexican, despite all the disapproval. Watkins, inglesa de origen, al verlos recuerda la situación de los punks y los skinheads y la encuentra hermana, movimientos que se oponen naturalmente y de origen a una estrategia de propaganda como la del industrialismo. Los términos contracultura, subcultura, son conceptos insidiosos, esconden un desprecio que quiere decir que dicha cultura no es realmente una cultura, que se trata de un remedo, de algo incompleto. El deseo de Amanda Watkins por retratar un movimiento de identidad nace de un impulso nostálgico despertado de su propia historia. La tonalidad fundamental de la película es esencialmente un lamento por lo que ya no puede sino recordarse, algo que da la lejanía. Es curioso cómo es que la nostalgia resulta un resorte tan efectivo para ubicar los mecanismos identitarios de un presente. “Nostalgia” es la palabra más repetida en la Odisea, y la elección para el nombre del héroe en la película no pudo ser más evidente: este es el Ulises de nuestro tiempo, un hombre que no está lleno de recursos, cuyo viaje no es para obtener la gloria y volver a casa lleno de trofeos y una historia que contar, sino la migración forzada, escapar para sobrevivir en el intento de llegar a relatar todo lo que se ha perdido.
La película está claramente entretejida en la cultura cholombiana, baile, ritmo, vocabulario, y me encantaría poder comentar algo sobra la música pero el tema es tan vasto, el trayecto de la cumbia desde Colombia hasta Monterrey tan improbable en la ausencia de intercambio cultural o comercial. Según la versión más distribuida, el rebajado es una invención accidental de Gabriel Dueñez, sonidero que un día durante un baile tuvo un problema técnico que rebajó las revoluciones del long play y con gran éxito, de manera que le empezaron a pedir más cumbia rebajada. En mi experiencia el sonido rebajado era una consecuencia de las pilas agotadas de la grabor, la reproductora de cintas que se cargaba al hombro, y creo que me gusta más esa versión de la historia, aunque estoy seguro una no es más verdadera que la otra y que de alguna manera ambas versiones se conjugaron en la creación de un gusto.
Inglish spik. Para un regio el inglés es la segunda lengua natural, en San Pedro se habla inglés o español indistintamente y Watkins relata cómo en sus travesías con los cholombianos nunca tuvo problema para comunicarse, pero en la película Ulises nunca habla inglés, y más bien al contrario se obstina en siquiera intentarlo. La representación del español es una de las características más notables de la película. Es difícil representar la lengua propia de una región sin hacer una mala caricatura, el español regio que se escurre tan fácilmente de la literatura y que la película habla con fluidez, un español ciertamente intraducible, sintético y lleno de atajos, rico en acentos guturales y fricativos, vocales rasposas, absolutamente distinto en sintaxis del barroco esencial a centro y sur. Con esa torta ni chesko pido, ¿cómo chingados se traduce eso? Le he puesto los subtítulos a la película en inglés y en alemán para ver ciertas claves del español regio, vamos de ganso, ¡ája!, una lima tumbadota. No hay manera. La razón es que la etimología de una lengua endémica tiende a radicalizarse, es decir, tiende a encontrar su raíz y morfología en el uso estricto de los hablantes que la suscriben, renovándola hasta lo irreconocible. Tirar a león, equivalente a “olvídate del asunto”, no tiene ninguna relación con el verbo tirar ni con el sustantivo león. La aclaración glosaria con la que abre la película sobre el nominativo Terko es significativa más allá de la particularidad de la historia. Ser terco es una característica netamente regiomontana, independientemente de clases o edades; el sinónimo de terco no puede ser acendrarse, acendrar significa purificar, reducir a las cenizas, del latín cinerare; tampoco puede ser obcecarse, del latín ob-caeca, en faz de la ceguera; el sinónimo de ser terco es obstinarse, obstinere, mantenerse en el propio lugar, no mover los pies ni hacia atrás ni hacia delante como en una instrucción estratégica para sostener el terreno a cualquier costo, y vaya que Ulises es un vato aferrado, con una voluntad de fierro. La imagen de la derrota: el chemo para aspirar los recuerdos de la amistad y del baile, el pelo finalmente tijereteado.
Una cultura del ocio, musical y vallenata, tironeada de un lado por una cultura pecuniaria y casi completamente policiaca y del otro por un movimiento armado, de rapiña comercial y política que sólo se comprende en términos de opresión, son ejes que se observan con la perspectiva de la nostalgia, literalmente una lejanía, la lejanía los márgenes serranos de la ciudad. Ya no estoy aquí debo insistir es la primera obra de arte con la que contamos para narrar nuestra historia desde una escena que no está fundada por el Estado o los intereses particulares, centrada con mucha lucidez en un movimiento netamente cultural que sufrió de lleno los efectos del periodo más traumático en las últimas décadas para la ciudad, como todas las buenas obras de arte, una síntesis y una crítica. Es una ciudad tan hostil, tan difícil de amar fuera de los márgenes de la moral restrictiva de los cuerpos en favor del provecho económico de un sistema, que es un milagro un movimiento cultural enteramente fundado en el placer y apolítico haya tenido lugar, que naturalmente brotó entre la juventud, naturalmente resistente, siempre sabia a su manera.
Erick Vázquez
Pensé que el escudo y el Espejo era un tema abordado en el análisis, pero veo que es el nombre del Blog. Por otra parte, es lo mejor que he leído sobre esta excelente película.
Gracias.