Welcome to Paradise

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Empecé a leer el libro de Oswaldo y empezó gradualmente a formarse en mí una historia, una historia de ciencia ficción. Sus paisajes urbanos y naturales me recordaban la atmósfera de Solaris -y qué es la Ciencia Ficción sino una atmósfera, el vapor que nos rodea-. El conjunto de las fotografías en este libro son amplios paisajes que retratan edificios o plazas o grandes lugares para la congregación y muchas veces empresarial, espacios diseñados para la habitación y el progreso pero que aquí son solitarios en una especie de noche infinita, de atardecer insuficiente. Me sentía un poco culpable mientras me imaginaba mi cuento al pasar las páginas porque muchas, la mayoría de las veces, es un gesto de mala voluntad la intención de narrar las fotos, así como a veces es de mal gusto imaginarse una novela a partir de la música, el deseo de que un libro se haga película. Al final del libro me sentí muy aliviado porque cierra con un cuento, justamente, de ciencia ficción. El cuento de Emiliano Monge es el relato de una idea magnífica donde los personajes corretean perseguidos atravesando las fotografías de Oswaldo, dándoles una especie de sentido paralelo, un futuro donde los humanos se han convertido en otra cosa, los dioses han vuelto y el lenguaje ha desaparecido en una especie de evolución invertida. No se los voy a echar a perder, pero quiero leerles este fragmento: Así fue como todo dio comienzo. O como empezó a terminarse: un hombre dejó su oficina, se detuvo en medio de una calle, permitió que cada músculo en su cuerpo se venciera y murmuró: estoy rendido. Creo que esta cita una gran manera de introducir el tema de lo post-apocalíptico porque es una escena que potencialmente se encuentra en cada día de trabajo, en cada trabajador amenazando con suceder, el sencillamente rendirse. Un amigo me contó hace unos años que de pronto se quedó parado entre pasillos de las oficinas, durante un breve instante el sinsentido de todo ello le cayó sobre los hombros como un chubasco repentino y se dijo: ¿y si sencillamente me quedo aquí parado y ya, como ignorando el tiempo, la consecuencia tal vez inexistente? Esta tentación de dejar caerlo todo que se encuentra latente en cada miembro en la cadena de producción es la potencia apocalíptica que nació con la misma idea de progreso, de gran ciudad, de dominio triste y feroz. Acaso esta sea la causa de que las de Oswaldo sean imágenes de una poderosa fantasmagoría. ¿Cada cuándo tenemos la oportunidad de ver estas imágenes en nuestra vida diaria, amplios espacios financieros completamente vacíos, fabricas detenidas en un olvido sin retorno? (Estoy haciendo trampa cuando digo nosotros, claro está, pero creo que es una trampa legítima, de las que está minado el campo del arte). Aquellos que pueden ver estos escenarios con relativa facilidad son un grupo muy específico: son los obreros, o la gente que trabaja en las madrugadas, una minoría realmente, un cierto margen. Para toda su elegancia Oswaldo es marginal, y es gracias a su marginalidad que a pesar de toda su pulcritud puede hacer un comentario, un comentario a la economía y el urbanismo, como si se tratase en ambos de proyectos fantásticos destinados al fracaso desde el principio y como si hubiese una gloria en la degradación, una gloria del destino implícito, oculto, en el concepto de progreso en su inevitable camino hacia el escombro y el desperdicio.

Estas fotos podrían haber sido tomadas después de un apocalipsis, o antes. Más que encontrarse en un futuro distante, o en un pasado lejano, Oswaldo revela que estos momentos se encuentran fuera del tiempo, y eso hace justamente la ciencia ficción; era la cosa más natural del mundo que Tarkovsky se inclinara hacia la ciencia ficción porque comprendió que la imagen, fija o en movimiento revela justamente nuestra concepción fundamentalmente equivocada del tiempo como algo que ha sucedido o habrá de suceder, como una flecha lanzada sin remedio. Regina me preguntó qué sucedería si esta imágenes de Oswaldo fueran encontradas dentro de cien o doscientos años, era por supuesto una pregunta retórica de su parte porque estas imágenes ya fueron tomadas en el futuro, donde naturalmente el abandono de la escritura ha significado el retorno de los dioses.

(WELCOME TO PARADISE de Oswaldo Ruiz; La Caja de Cerillos Ediciones, Ciudad de México, 2017)

Erick Vázquezunnamed-1.jpgunnamed.jpg

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